Imaginen
escribir unas diez cartas al día, pegarles su respectiva postal, llevarlas al
correo local o al buzón más cercano, pensando en una ciudad, no se diga de un
pueblo. La facilidad que nos otorga internet para comunicarnos, es tan inmensa
y a veces tan absurda, que olvidamos cuando en la primaria enviamos un
telegrama al amigo, cuando mandabas tu carta a Chabelo. Ahora lo único que trae el cartero son tus deudas a pagar,
incluyendo la baratija que acabas de comprar en Mercado Libre.
Uno
de los pioneros de la comunicación digital de la nueva era fue Messenger que acaba de colgar los
botines esta semana. La primera vez que toque un dispositivo con Messenger fue a los quince años, cuando esperabas encontrar el
amor de tu vida del otro lado del chat, como lo hizo Hilary Duff en una de sus mejores cintas. Sin saber que la morena
de excelentes medidas con la que platicabas, era un ex universitario, barrigón,
barroso, con un bote de helado en la mano, pasando un rato de diversión con tu
incredulidad.
Por
otro lado, las tecnologías de la información comenzaban a perfeccionarse, como
los teléfonos portátiles, con cuarenta años de experiencia, son ahora tan
recurridos como innecesariamente indispensables. Eso les da un valor agregado,
creando en la mente colectiva un enraizamiento como ahora pasa con los smarth phones, quienes adoptaran Messenger y compañía.
Considerándome
también una victima, la tecnología se apodera de nuestros sentidos, como es en
mi caso, la jornada laboral es prácticamente usar un PC mientras escucho en el ipod ocho horas continuas de podcast, los cuales varían en contenido
por la diversidad de individuos que están adentrados en el mundo del podcasting, que desafortunadamente va en
decaimiento popular siendo que es una evolución hibrida del radio clásico, que entretuvo
a nuestros abuelos en esas tardes de lluvia, cuando refería a una magia eléctrica
que se originaba de la simple voz.
Es
cuando descubres, que atrás de todo, la tecnología lleva consigo esa nostalgia,
cuando escuchas radio online, cuando tomas fotos y las tratas de hacer parecer
viejas (y ya con eso te crees Spencer
Tunick), cuando los jóvenes tratan de “ligar” mediante direct message, simulando los papelitos de libreta que decían “me
gustas”.
Eso,
te hace sentir y voltear, para darte cuenta que la persona que amas, está junto
de ti, pegada a un Laptop atareada de
expedientes, mientras escribe y revisa el Facebook, y retwittea la foto en la que
estás junto de ella. Es cuando te das cuenta, que no eres invisible.
Un mundo nos vigila, dijo cierto día Pedro Ferriz Santa Cruz, pero es ahora
más significante, cuando estamos conectados por estás maravillas tecnológicas, que
sin tratar de pelearnos o apartarnos de ellas, siempre nos harán más o menos
humanos, dependiente de nuestro sentido moral.
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