domingo, 12 de mayo de 2013

Viejas las estrellas y reverdecen



Jeffrey Jacob Abrams es director, productor y guionista norteamericano, originario de Nueva York, un apasionado del cine que comenzó un viaje a las estrellas que lo hará demeritarse o lo glorificará como el mejor cineasta de ciencia ficción de este nuevo siglo.
En mil novecientos ochenta y cinco se estrenó en Estados Unidos The Goonies, cinta basada en una historia del mismísimo Steven Spielberg, habiendo conquistado al público con E. T., un referente necesario de la cultura pop de los ochenta, Steven marcaba una pauta en la visión que había en el cine de ciencia ficción.
Lo que hay que decir de Spielberg, era que no hacia películas de ficción, sino dramas familiares (con excepción de Jurassic Park), situaciones donde el núcleo familiar se ve partido por las inclemencias sociales u económicas (como en The Goonies). Y así con ese aderezo que forjó a los primeros Geeks de la Generación Y, se comienza a dar calidad a las películas de serie B, llevándolas al campo “serio” de la filmografía.
Spielberg ha relatado que cierto día conoció a dos jóvenes con gran talento y capacidad en la edición, llevaban consigo sus películas caseras filmadas en la cámara de Eastman Kodak de uso doméstico llamada Super 8. Sorprendido por el trabajo realizado, Spielberg hizo una propuesta de trabajo a estos dos chicos, los cuales aceptaron con mucho entusiasmo y anhelo, uno de estos adolescentes era J. J. Abrams.
La carrera de J. J. comienza con series de televisión como lo son Alias, Fringe y el muy conocido Lost (cuyo final fue influenciado por seres extraterrestres, según el sarcasmo de Abrams). Ha sido guionista en los últimos dos rodajes de Misión Imposible, así como en la cinta de Armageddon. Fue en dos mil once que se estrena su filme Super 8, la cual narra la aventura de cinco niños amantes de la ficción y así de la edición en rollo super 8, que tratan de resolver el misterio que envuelve un accidente ferroviario del que fueron testigos.
J. J. Abrams, demuestra esa visión creativa que hubo en los ochentas, que se fue perdiendo en las dos décadas siguientes, pero que revive con cintas como Super 8, una película que se enfoca en una temática similar a las películas mencionadas de Spielberg. Es aquí cuando caemos a que J. J. Abrams tomará el lugar del Steven en ese género.
Muchos creen que Spielberg es intocable y bueno, si lo es (D´oh!), pero hay que estar seguros que dejará su legado para Abrams a quien desde joven le tuvo una estima considerable. Por ahora, el reto principal de este director es confabular con Disney Co. para llevar a la pantalla grande la séptima entrega de Star Wars (que a título personal, se debió de quedar en seis episodios).
Mientras llega el día, Abrams deja la franquicia de Star Trek, otro monstruo de la ficción, basada en la serie de culto que estelarizaran Leonard Nimoy y William Shatner estrenada en mil novecientos sesenta y cuatro que fue un hit y traspasó la barrera generacional para convertirse en un icono de la ciencia ficción.
Star Trek en la oscuridad, es una película con los efectos visuales a los que ya nos acostumbraron, teniendo la historia un excelente giro con relación al villano, el cual, como pasa con IronMan, no parece tener claras intensiones (ok, no las tiene). El Capitán Kirk y Spock se verán entre “la espada y la pared” (como dicen los chantajistas) ante lo que puede ser la mayor amenaza futura – pasada para la comunión interestelar.
Chris Pine sobresale en la actuación, concediendo a la franquicia un final bastante honroso. No importa si no haz visto la primer entrega, la película es muy explicita y no te costará trabajo emocionarte y llevarte unos dos sustitos de cajón.
Es por esto que J. J. Abrams se perfila del lado de la fuerza y crea expectación por lo que será su próxima película. Por último hay que resaltar la calidad humana del director; en la película Super 8, batalló con los protagonistas por no haber armonía entre ellos (que no eran cuates, pues). Un día, como dinámica los puso a cantar una canción desconocida para ellos, My Sharona, pidió que la aprendieran entre todos. Un día cualquiera de la filmación, dentro de un break, los sorprendió cantando la canción, Abrams solicitó de inmediato luces y cámaras para filmar ese momento que se volvió una secuencia del filme. La canción es del grupo The knack que ameniza lo que será una eterna vida de ciencia ficción.

"Pasé por una crisis de identidad definitiva. La pregunta era si aceptar al Sr. Spock, o luchar contra la embestida del interés público. Ahora me doy cuenta que realmente no tenía ninguna opción en el asunto. Spock y Star Trek estaban muy vivos y no había nada que yo pudiera hacer para cambiar eso." 
Leonard Nimoy


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